CONSTRUYENDO LA IDENTIDAD FEMENINA DE LAS NIÑAS CON CERDITAS Y PRINCESAS.
Imagen generada con Leonardo.ai |
La
siguiente historia le ocurre a un ser humano que dedica gran parte de
su vida a la Educación Sexual a Jóvenes y al Asesoramiento de las
parejas ya adultas. Empieza el día en que mi pareja y yo decidimos
tener hijos. Venga lo que venga, la Naturaleza dictará lo que sea, y
el azar será el único responsable del sexo del bebé. Todo el
conocimiento y experiencia en el tema aquí no sirve para nada. La
verdad es que tampoco hace falta porque esperamos que venga bien y,
lo del sexo nos da igual: dos niñas y tan contentos.
Una
detrás de otra y con dos años de diferencia, ahora, todas las
divagaciones que he tenido conmigo mismo y con mis compañeros, y
también con compañeras de profesión, sobre la identidad masculina
no me vale para mis hijas. Así que, tengo que tirar de mucha teoría
acumulada y lo visto en la experiencia para no cometer los errores ya
vistos una y mil veces en las clases y en la consulta.
Los
dos estamos de acuerdo en que no queremos que vaya continuamente de
rosa, que no se quede en segundo plano ante los chicos, que sea
independiente, que no lleve vestidos que le impidan desarrollarse en
los ejercicios físicos, que sea activa y no modosita. Y por eso
intentas que los modelos a imitar de tus hijas sean niñas o mujeres
dignas de ello: de imitarse.
Nos
encontramos poniéndole películas clásicas de Disney que, otros
padres bienintencionados decían que a sus hijos les encantaban.
¡Pero si las princesas Disney son la antítesis de lo que
pretendemos! Pues Blancanieves, Cenicienta, La Bella y la Bestia, son
de sus favoritas. Y, como no podemos ir contracorriente probamos
suerte en la TV, pensando que siendo personajes masculinos y
femeninos más actuales, los modelos serán más acordes con una
sociedad actual más equitativa en cuanto a los sexos.
Peppa
Pig,
aparte de ser extremadamente rosa, se comporta como una malcriada
todo el rato y, al padre le toca hacer de personaje torpe toda la
serie. Si alguien se equivoca, tiene que rectificar, mete la pata, no
sabe leer un mapa, o se cae en un charco; seguro, seguro, que es el
padre. Mike
el Caballero
en todos los capítulos tiene que arreglar algo que él mismo ha
provocado, arrastrando al resto de súbditos a que le ayuden, por
cierto, donde el padre está siempre ausente y, su madre y hermana,
como modelos femeninos no me desagradan del todo pero están en un
segundo plano. En Gumball,
protagonistas
principales dos chicos, el padre-parásito no sólo no trabaja sino
que alardea de bajo nivel intelectual y de vago. La hermana es una
“marisabidilla” de pocas habilidades sociales y la madre está
sobrepasada a todos los niveles. El
pequeño reino de Ben y Holly
abunda en los tópicos de las princesas-hadas: niña caprichosa por
su posición social y lo que no se puede conseguir con eso, la varita
mágica lo consigue. La vida es fácil. El padre vuelve a ser un
bobalicón. De todo lo visto sólo puedo quedarme con Jelly
Jam,
Pocoyó,
y
Caillou,
cuya familia está claro que no son de este mundo porque son en
exceso perfectos.
El
caso es que los modelos femeninos actuales, en los dibujos para niños
que hay en televisión, pasaban por ser todo lo malo de lo que andaba
huyendo y más. Es decir, niñas malcriadas, déspotas y caprichosas.
Ya tengo descartadas a las princesas Disney clásicas que, al menos,
eran amables, educadas, respetuosas y humildes; aun siendo princesas
(no sé de dónde saca esos aires Peppa Pig). Pero los modelos
masculinos de los dibujos que había visto también dejaban mucho que
desear. ¿Quiero que mis hijas tengan como modelo paterno al cerdo
gordo patoso, al padre parásito o al padre idolatrado pero ausente?
La
identidad femenina va tomando forma con la imitación de los iguales,
pero también con la diferenciación del otro. Lo que no soy yo. Y se
es sexuado en relación con el otro sexo. No tiene sentido una
identidad femenina sino hubiera una identidad masculina. Por ello, ni
me gustan las princesas rosas ni los duendes tontorrones y serviles.
No son buenos los dibujos donde los chicos quedan por encima pero
tampoco lo son los que dejan a estos en mal lugar.
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