INOCENCIA PERDIDA.
Cierta actualidad
marca el sentido de este artículo, pero me remonto a una noticia que
recorté por curiosa del periódico: el director de Bellas Artes
francés encausado por organizar una exposición con imágenes de
pornografía infantil. Era una Exposición del 2000 y juicio en el
2006. La Justicia es muy lenta o valorar si unas imágenes son
castigables muy complejo.
¿Tiene la Justicia
que meterse a valorar qué es el Arte? Puede que las imágenes sean
innecesariamente de mal gusto e indecorosas por el afán de provocar,
pero no hay ilegalidad en la expresión artística, en mostrar una
estética no convencional.
Joaquín Sorolla-Niños en la Playa (1910) |
Una pequeña
precisión lingüística: cuando se habla de abusos sexuales a
menores se habla de Pederastia o bien de Paidofilia
(pedofilia, aunque miles de periodistas lo escriban miles de veces
creo que solo significa amor a los pedos).
La paidofilia es una
de las mayores preocupaciones de la sociedad en torno a la
sexualidad. Da un miedo terrible y provoca el rechazo de manera casi
inmediata. El delito más inquietante: no se concibe peor situación
que le intromisión en el normal desarrollo de la sexualidad del
niño/a, en su intimidad, por lo que se convierte en una obsesión
para la sociedad actual.
Joaquin Sorolla - Niños en el Mar, Playa de Valencia (1908)
La sociedad procura
proteger al niño/a del abuso, si se produce, por una persona
significativamente mayor. El abuso se incrementa cuando este
es incestuoso o es realizado por una persona con algún tipo de
autoridad sobre el menor. Esto se agravaría con los niños más
pequeños o con algún tipo de deficiencia.
Repasando donde
están los límites legales en España (límites que se está
estudiando cambiar) sobre estos conceptos encontramos que, la
situación de adulto se alcanza a los 18 años a todos los efectos,
la edad mínima para mantener relaciones sexuales se considera 16
años, aunque si no se demuestra que hubo engaño y que existe mutuo
consentimiento a los 13 años.
Estos márgenes que
pueden aparecer tan amplios no se corresponden con lo socialmente
establecido ya que se podría dar el caso de un/a adulto/a llevado a
juicio por mantener relaciones sexuales con un/a menor, por ejemplo,
si se valorase que hubo coacción para conseguir un empleo, si se
engañó en la edad real, si interviene el pago con dinero o especies
a cambio de las relaciones,... Léase igualmente que puede ser en la
otra dirección: el adulto es engañado, coaccionado, presionado,...
por el/la menor. Esta es la triste situación cuando se produce el
conflicto.
Esta actual obsesión
puede llevar a que en el exceso de celo en la protección al menor se
acuse de pederastia por llevar unas fotos de tu hijo desnudo a
revelar. El dependiente de la tienda de fotografía denuncia a la
policía que le han llevado unas fotos de pornografía infantil. O
puede que una profesora denuncie a un padre porque su alumna le
comentó que se baña habitualmente desnuda con él.
No hay conclusiones
definitivas sobre el modo en que, niños y niñas, viven este tipo de
experiencias. Algunos no lo viven en absoluto como una experiencia
traumática, desagradable y dolorosa, mientras en otros muchos sí se
observa una vivencia intensamente estresante y negativa.
La dirección que
toman las posibles consecuencias intervienen diversos factores como
son la edad, relación previa con el adulto, educación, carácter de
esas relaciones,... y en gran medida la respuesta del entorno
familiar y social a la hora de enfrentar el conocimiento de los
hechos.
Y es este hecho
fundamental de que el antiguo “hombre del saco” haya sido
sustituido en la sociedad actual por el pederasta, el que nos da la
pista sobre la obsesión social en el tema. Obsesión que no ayuda
sino que perjudica a las víctimas. Que no disuade sino que fomenta
agresores. Que ensucia, degrada la erótica y asocia peligro a la
sexualidad. Cuando la sexualidad no es algo de lo que defenderse sino
una característica que desarrollar en la personalidad del niño/a, y
la erótica algo que cultivar.
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