CLÍTORIS

Tras haber escuchado muchas historias de mujeres y chicas jóvenes, tengo la sensación de estar oyendo la misma historia muchas veces repetida, pero con distintas variantes. La represión de la vivencia de la sexualidad a la que se llega a través de una historia infantil en que padres o tutores castigan la curiosidad natural de las niñas por tocar sus propios órganos sexuales.
Necesitaríamos una Sociedad que entendiera que buena parte de la salud sexual de cada persona descansa en buena medida en su Historia de masturbación infantil. Es una cuestión reiterada la de que cada cliente que veo luchando con orgasmos como adulto no tiene recuerdos, o los tiene muy difusos, de masturbación en su infancia- adolescencia. Como tantos otros procesos cognitivos, empiezan con el desarrollo sensoriomotor y, la ausencia de esta natural auto exploración interfiere con el desarrollo de circuitos nerviosos que llevarían las sensaciones positivas de nuestros genitales a centros de placer del cerebro. Parece lógico pensar que esta falta podría si no bloquear, disminuir la capacidad de la liberación de tensión sexual que supone el orgasmo.
Ilustración: M.A.Domínguez
Es cierto que no hay tantos chicos que tengan que oír “no te toques ahí abajo” como les pasa a las chicas. Los genitales masculinos parecen más accesibles, más visibles, por eso la sociedad está tácitamente de acuerdo que el interés sexual de los chicos es más natural. O que resulta más urgente por el mito de la necesidad de eyacular con cierta frecuencia. En cualquier caso, todas las sociedades, tanto el poder religioso como laico, han tratado de controlar el placer para su propio beneficio, por eso los chicos también sufren este tipo de represión sexual. Una forma de control es la predominante aceptación de la Sexualidad con un fin procreativo y dentro de un matrimonio heterosexual. Por tanto, la mayoría de nosotros somos pecadores a los ojos de la Iglesia, transgresores de la Ley a la vista del Estado: la calificación de pecadores, infractores, inadecuados o enfermos hace más fácil el control de una gran masa de población por unos pocos.
La sexualidad femenina está condicionada por una (quiero pensar) inconsciente doble moral por parte de los padres y madres cuando alienta a sus hijos varones para que sean activos sexualmente pero tienen transmiten el miedo de que sus hijas lo sean, que queden embarazadas prematuramente con todo lo que eso supone. De esta manera, la mayoría de las chicas crecen sin idea de cómo se producen sus sensaciones y emociones acerca de la sexualidad con la excepción de un accidental escalar la cuerda en el gimnasio, cruzando sus piernas o balanceándose sobre el brazo de la mecedora. Ellas terminan fijadas en extrañas formas de estimulación indirecta del clítoris que raramente trasladan a sus relaciones sexuales en pareja. Mientras tanto, los chicos van aprendiendo a eyacular pronto para evitar “ser pillados in fraganti”. Esto conduce la eyaculación precoz en los adultos porque no han aprendido a mantener altos niveles de excitación sin eyacular. Por eso, no es raro encontrar que para toda mujer anorgásmica haya un eyaculador precoz.
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ROBERT MAPPLETHORPE
Añade a esto todas las bromas, ridiculización, insultos o condena moral mostrada hacia la masturbación y tienes la receta perfecta para prevenir que la gente descubra lo que es disfrutar con un orgasmo. Bajo esta influencia es difícil no terminar masturbándose con culpa, ocultación y esfuerzo.
La Medicina y la Ciencia al servicio del Estado han creado un entramado de ideología para refrendar toda esa represión. Podemos incluir a Freud con su “teoría de orgasmo vaginal” para las mujeres y mucho más reciente el debatido y tan de moda punto “G”, tenemos una población altamente confundida. En un texto universitario de Ginecología y Obstetricia de la época del Antiguo Régimen, se indicaba para recoger una muestra de esperma el coito con un preservativo previamente agujereado. Se evita la masturbación y se posibilita la procreación.
En el moderno Ars Amandi los hombres creen que deben proporcionar el orgasmo a las mujeres para probar que son grandes amantes mientras que las mujeres están condicionadas a proteger el ego masculino. Muchas mujeres terminan fingiendo un orgasmo para evitar herir los sentimientos de sus amantes a costa de sacrificar su propio orgasmo. Como si eso no fuera lo suficientemente malo, desvirtuamos los genitales femeninos al no asignarles un nombre correcto, reduciendo todas las partes a la vagina que sólo se refiere al canal del parto. ¿Cuándo fue la última vez que vio la palabra clítoris impresa o la oyó por la TV?
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Robert Mapplethorpe
Mientras tenemos a todas esas mujeres que sufren con culpa y tristeza y se fustigan a sí mismas por ser frígidas o lo que se llama hoy en día sexualmente disfuncionales. Tanto hombres como mujeres terminan comparándose a las pornostars, que han llegado a ser una importante fuente de educación sexual. Naturalmente esto causa mucha inseguridad y conflictos sin resolver en las relaciones que a menudo conducen al divorcio y la ruptura de las familias.
Puede que sea hora de reivindicar el clítoris nuevamente. Tenemos la oportunidad de cambiar el curso de la Historia con la emergente red social global. Es la hora en la que debemos completar la revolución sexual de los 60 con el relanzamiento del placer y esa parte importante, que no única, del orgasmo en la enseñanza de la sexualidad humana.
Publicado en Actualidad Valdepeñas. 27 de abril de 2015 (09:33 h.)

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