HACER PIS DE PIE
Un
clásico de los monólogos de humor es “por qué las mujeres van
juntas al baño” y, algunas sobremesas se salvan, en la zona de las
mujeres, con risas cargadas de anécdotas vividas sobre “lo de ir
al baño”. La actividad de hacer pis en las mujeres sigue
despertando sonrisas cómplices, guiños,… Aun cuando hablamos
personas adultas. Digo “aun” porque se nos pone la sonrisa
cándida cuando los niños hacen chiste de “culo”, “pedo” o
“pis” y, sin embargo, no es algo que los adultos tengamos
superado.
¡Hago
un descubrimiento! Una amiga me muestra lo que tiene en la mano que,
a primera vista, me parecía el tacón del zapato. “Es para que las
mujeres podamos hacer pis de pie”. A la primera me parece un
invento genial pero no sé si para todos los públicos. Para más
detalles se puede ver en la página web del producto go-girl.com.
Pero es una forma de silicona que se adapta a la vulva que permite
orinar de pie al terminar en un agujerito que, al ser flexible,
permitiría orientarlo y evitar las salpicaduras.
Sus
usos, según pone en el envoltorio, es para deportes, conciertos,
montaña, camping,… En fin, todos esos sitios donde o no hay un
sanitario, o los que hay cumplen las condiciones necesarias para
llamarse cualquier cosa menos sanitario.
De
seguido viene la conversación en la que otra mujer indica que hacer
pis de pie es un verdadero alivio. “No te envidio el pene, envidio
poder hacer pis de pie”. Los tíos se la sacan en cualquier sitio y
a hacer pis. En el autobús cuando íbamos de viaje se paró para que
la gente pudiera orinar, todos los hombres se pusieron a dos metros
del autobús y de espaldas se pusieron a mear. Las mujeres, hacia el
otro lado del autobús se tenían que buscar algún sitio detrás de
un arbusto a treinta metros de donde estaba el autobús para bajarse
los pantalones, las bragas y agacharse, procurando que no haya nadie
que esté mirando el culo que queda al aire. Además la disposición
de la uretra y labios, varía de una mujer a otra y puede variar para
cada una dependiendo del momento. Eso hace que la dirección de la
orina pueda ir hacia arriba, un lado o escurrir hacia el ano.
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Ilustración: M.A.Domínguez |
En
esta conversación aparecían dos datos curiosos: la cantidad de
metros que alguien se aleja para orinar depende de su sexo y, la
cantidad de metros que hay entre cada sexo para orinar. Los hombres
estarían más cerca entre sí de lo que se sitúan las mujeres entre
ellas. Esto me hizo pensar en otras dos situaciones que unían el
acto de orinar y la sexualidad.
En
hombres mayores que consultan por problemas de erección, no es raro
encontrar que, además de su consulta por fallo en la ejecución
erótica, suele conllevar descontento por la falta de fuerza del
chorro de la orina. En algunos casos, es una opinión, puede que se
esconda una cosa debajo de la otra. Sin que tenga que estar
relacionado, el hombre sí asocia un resultado con otro: potencia del
chorro de orina y potencia sexual. Y consulta al médico por el tema
de la orina esperando solucionar uno sin tener que expresar lo otro.
La
otra situación son los casos de intersexualidad. En la evaluación
de un varón que se encuentra atrapado en un cuerpo de mujer, uno de
los criterios para discriminar este tipo de situaciones es el
desagrado que muestra la persona por tener que hacer pis sentado.
Y
es que orinar de pie es una característica tan masculina como llevar
bigote. El acto de orinar parece un reflejo de la sexualidad que
viven de tan distinta manera hombres y mujeres. El pene está visible
y tiene que ser mostrado en público. La vulva, como la sexualidad en
la mujer, tiene que ser escondida.
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